Jueves 28 de Marzo de 2024

Hoy es Jueves 28 de Marzo de 2024 y son las 10:56 -

6 de diciembre de 2019

En la madrugada de terror de los vecinos del barrio de San Fernando donde se cayó un avión

Viven al lado del aeropuerto. Un Cessna 177 que venía de Brasil se desplomó sobre una casa en construcción. “Fue una desgracia con suerte”, dicen

Accidente y milagro La madrugada de terror de los vecinos del barrio de San Fernando donde se cayó un avión

Viven al lado del aeropuerto. Un Cessna 177 que venía de Brasil se desplomó sobre una casa en construcción. “Fue una desgracia con suerte”, dicen

Sólo 27 pasos separan a sus casas de la pista de aterrizaje. En este barrio -bautizado como "Aviación San Fernando"- las familias conviven con los aviones, algunos de gran tamaño, que imponen su presencia. Se los escucha fuerte. Te obligan a mirar para arriba. Pasan tan cerca, que los vecinos piden que poden los árboles, para que no toquen las ruedas.

Para ellos, fue un horror anunciado. Creen que en cualquier momento pasaba lo que finalmente sucedió este jueves alrededor de las 23, cuando un Cessna 177 matrícula PT-KIZ cayó sobre el techo de una casa de la calle Charlín al 100. Se encontraba vacía, porque está en construcción.

Horas después, siguen cuchicheando en las esquinas. Es el tema del que todos hablan y nadie quiere perdérselo. Llegan en grupo al lugar de los hechos. Le sacan fotos y las comparten en redes. Porque hay que reconocerlo: la imagen es impactante. La mitad del ala derecha está partida y quedó en el aire. El viento la mueve, como si estuviera a punto de caer. Parte del ala izquierda se desplomó sobre el pasto. La cola descansa sobre el techo de una vecina. El parabrisas se partió de la mitad para arriba. Cuelgan una rueda y varios cinturones de seguridad. Y todo el vehículo está enredado con cables eléctricos.

Dentro del avión había un grupo de brasileños que se estima provenían de Porto Alegre. Ninguno de los pasajeros -podría decirse que "por milagro"- sufrió graves consecuencias. "Cuatro personas con heridas leves", publicó en Twitter durante la madrugada la Subsecretaría de Emergencias del Gobierno porteño, que asistió al lugar en colaboración. Según los vecinos que los ayudaron en una primera instancia, eran dos hombres (uno de alrededor de 40 años y otro de unos 60), un nene (de unos 10 a 12 años) y una mujer (de unos 30 años). Ella hablaba español fluido, así que facilitó el contacto.

Daniel Rosales vive desde que nació, 36 años atrás, en la casa lindera a la del accidente. "Fue una desgracia con suerte, porque no hubo ninguna víctima fatal", arranca. "Yo estaba en la otra cuadra, venía de jugar al fútbol. Veo cómo el avión se viene precipitando a tierra, arrastra el tendido eléctrico, y cae. En ese momento pensé que había caído acá, donde vivimos, donde duerme mi hijo. Pensé lo peor. Vine corriendo y vi que mi nene estaba bien, que estaban todos bien", sigue Daniel.

"Veo que hay gente y voy a socorrerlos, a tratar de ayudarlos. Tenían algunos golpes, pero aparentemente nada grave. Tenían cortes de brazos. El piloto tenía un pequeño corte en el cuero cabelludo. El niño tenía un pequeño hematoma y estaba en estado de shock", sigue Rosales. Cuenta que salieron del avión por su cuenta, caminando. "Más que bajarse, se cayeron. Porque se desprendieron los cinturones y quedaron colgando", grafica el hombre. El viernes al mediodía, nadie en el barrio sabía qué había sido de los brasileños después de que recibieron la asistencia médica de rigor por los equipos en el lugar. "El piloto me dijo que tenía la autonomía suficiente para llegar acá cumpliendo los protocolos. Me dijo que pidió pista para aterrizar de emergencia. Se la negaron. Lo hicieron estar como 40 minutos dando vueltas para autorizarle a aterrizar. Se quedaron sin combustible. Y estas son las consecuencias, las que vemos acá", analiza el vecino.

Asegura tener miedo, sentirse inseguro, y aclara que no es la primera vez que algo así sucede. "Ya pasaron incontables accidentes aéreos acá. Yo tenía un sauce llorón: pasó un avión, me arrancó un pedazo de árbol, y me rompió parte de la casa", recuerda. La lista de incidentes continúa. "Cuando yo compré acá, a la señora que me vendió le había caído un avión y le prendió fuego todo el auto", cuenta Graciela Maldonado. Ella vive -al igual que Daniel, pero del otro lado- lindera a la casa que todos miran. La cola del avión está sobre su quincho, con los cables enredados.

"Yo estaba acostada, en camisón. Y me sacaron así. Los vecinos vinieron llorando y me dijeron: 'Graciela, mirá si explota, salí de tu casa'. Así que directamente me arrastraron hacia fuera", comenta. Respecto a los pasajeros, describe que "la gente salió ilesa del avión, caminando". Asegura que los brasileros "estuvieron hasta las dos y pico de la mañana acá, tranquilos", con presencia de policía y bomberos. La casa afectada le pertenece a Manuel Pereyra. Se la estaba construyendo a su hija, de 36 años, madre de un nene chiquito. "Menos mal que no había gente", suspira el hombre.

COMPARTIR:

Comentarios