Se armó, se preparó y se mentalizó para otro objetivo. La cabeza siempre estuvo puesta en lo que será la definición del torneo de la Primera Nacional. ¿La verdadera meta? “El ascenso”. El mensaje es lineal: lo asegura Pipo Gorosito en cada entrevista o conferencia de prensa que da, lo reafirman los jugadores. En algún punto, suena a realidad; en otro, a una cierta excusa para quitarse presión al momento de jugar la Copa. Sin embargo, más allá de las especulaciones, Tigre sigue sin reaccionar en el retorno del fútbol en el continente: perdió frente a Guaraní, apenas consiguió un punto en la competencia y fue eliminado. Aunque mantiene chances de Sudamericana.

Qué lejos quedó aquel equipo que logró meterse en la Libertadores tras haber ganado la Copa Superliga. No sólo en nombres propios (apenas Gonzalo Marinelli, Ezequiel Rodríguez, Sebastián Prediger y Cachete Morales estuvieron ayer y en la final ante Boca en 2019), si no también por el nivel futbolístico. Y quizá ese sea el dato más preocupante para el entrenador. Porque el rendimiento desde la vuelta fue de mayor a menor.

Ayer, ante los paraguayos, los jugadores nunca se sintieron cómodos: no tuvieron recuperación, les faltó conducción y fueron superados en todos los sectores. Así, frente al desconcierto ajeno, la visita -que se metió en octavos- logró vulnerar en dos ocasiones a su rival a través de la pelota parada (tantos de Romaña y Florentín, de cabeza), pese a una tibia reacción de Tigre con el empate de Pablo Magnín (tres goles en tres partidos). Y el cierre fue de Cecilio Domínguez, ex Rojo, para dejar a un Tigre triste...