Una mano mal puesta, un segundo fatídico, pueden cambiar definitivamente el curso de un partido. Godoy Cruz se volvía a ser fuerte de local, donde prácticamente mantiene toda su campaña en esta temporada. Había golpeado rápido a Tigre, con un gol a los 5’ de Hernán López y complicaba más a un Matador que había llegado herido tras debutar en la Copa Sudamericana con una derrota en casa frente a San Pablo.

Pero fue a la media hora de juego cuando una jugada cambió todo. Lo que pudo ser el 2-0 del Tomba terminó con todo en contra. Primero, Marinelli debió salir casi hasta la mitad de cancha para evitar una contra de gol. El arquero se la tocó a Colidio, quien hizo un jugadón para habilitar a Castro y el centro pinchado cayó en el segundo palo. Retegui sacó un bombazo que fue atajado en la línea por Galdames. Como el arquero es el Ruso Rodríguez, el defensor del Tomba vio la roja y el propio Mateo puso el empate a los 32’ de ese PT.

Pero Tigre no fue una tromba tras el empate como se esperaba. En realidad, a Godoy Cruz la expulsión lo puso en un estado de alerta que no tuvo 11 contra 11. Si bien se quedó sin tanto poder de fuego, atrás achicó espacios ante un Matador que no le encontró la vuelta y que se fue frustrando con el paso de los minutos.

 Afuera de Mendoza apenas ganó un partido, perdió cuatro y tiene un gol a favor con ocho encontrar. En casa, a su vez, apenas perdió uno. Desde este punto de vista, el empate no era un mal resultado para Tigre. Claro que el contexto no le terminó jugando para nada a favor a la visita. Necesitado de un triunfo para recuperarse del golpe de la semana y con un jugador más que el local durante más de un tiempo, el punto le terminó siendo un premio muy mezquino.