El palo derecho salvó a Tigre y frustró a Newell’s en una de las últimas jugadas de un partido con un tramo final vibrante, de resultado incierto. Con mucha actitud ofensiva, de tanto insistir la Lepra alcanzó el empate que merecía desde antes y que le había costado lograr por sus flojas definiciones o malas ejecuciones en el último pase. Llegó su premio a la búsqueda incesante. Le quedó la espina de no poder quedase con la victoria que le negó el poste, pero al menos no perdió. Hubiera sido muy injusto que eso sucediera luego del desgaste que hizo en pos de remontar el marcador.

 Tigre y Newell’s también se atacaron. Pero lo hicieron donde más vale: en el juego. Dieron todo por el arco de enfrente en ese primer tiempo de ida y vuelta en varios momentos. Tigre se repuso tras recibir el gol tempranero por intermedio de Brian Aguirre, cuando el encuentro no había llegado ni a los dos minutos. Se sobrepuso y dio vuelta el resultado.

NOB respetaba su sagrado mandamiento de salida limpia desde el fondo, incluido su arquero Hoyos, quien en esa faceta se transformaba en un líbero afuera de la medialuna. Construía desde atrás con el balón por bajo, aparecían las opciones de pase en el medio y activaba conexiones. También llegaba al arco de enfrente, aunque en ocasiones aparecía la solvencia de Marinelli, arquero rival.

Como se enamoró de esa ventaja parcial, Tigre en el ST salió a jugar con un posicionamiento bajo. Le cedió la pelota a Newell’s, que también dominó territorio y ponía de siete a ocho jugadores en campo rival. El Matador se dedicaba a aguantar, con la esperanza de meter el golpe final de contra. Tuvo un par de chances aisladas para hacerlo, aunque estuvo errático en las finalizaciones. Lo dejó “vivo” al conjunto de Heinze, que presionaba muy alto, con intensidad y amplitud. La perseverancia le hizo un guiño a la Lepra: Marinelli nada pudo hacer con ese cabezazo de emboquillada de Ferreira, el hombre que, con acierto, puso el Gringo Heinze en la parte final.